La verdad es que no sabría decir por que decidí crear este blog. Lo más sencillo, sería reconocer que siendo el escribir historias algo que siempre me ha gustado. La posibilidad de exponerlas para que cualquiera pueda leerlas me incentivó a tomar la decisión. Sea como sea, esta resultando una interesante experiencia, un atractivo divertimento del que quiero hacer participe a todo el que guste.







Para cualquier sugerencia, crítica u opinión.






jaestrelles@gmail.com






























viernes, 22 de abril de 2011

Koroliov. Historia de un desconocido.


        
La semana pasada se conmemoraba el cincuenta aniversario de la primera salida del hombre al espacio. El cosmonauta soviético Yuri Alekséyevich Gagarin escribía para siempre su nombre en la historia. Completando con éxito una misión, que confirmaba la hegemonía soviética en lo que por entonces empezaba conocerse como la carrera espacial. En la que sus rivales estadounidenses tenían que contentarse con ir a remolque. Los soviéticos ya habían sido los primeros en poner en orbita un satélite, el Sputnik y un ser vivo Laika. El nuevo éxito obtenido con el vuelo de Gagarin era pues la guinda del pastel. Pero detrás de todo esto como suele ocurrir con casi todas las cosas existía una larga en interesante historia.
                                                       
                                                 

Hace unos años la BBC produjo una mini serie que con el titulo de – como no – La carrera espacial. Relataba los entresijos de todo lo sucedido en aquellos años. Éxitos, fracasos, traiciones, la historia reúne todos los ingredientes. Si bien en su momento, se presentó como una muestra del poderío industrial y la capacidad de innovación de las dos súper potencias. A la hora de afrontar un reto tecnológico y científico. La rivalidad entre América y la Unión Soviética en este asunto tenía realmente un interés militar. Así que ninguno de los dos bandos dudo en echar mano de lo que fuera necesario a la hora de anticiparse a su rival y alcanzar sus objetivos.








Tras ciertas reticencias iniciales y forzados por la acuciante necesidad de resultados. Los norteamericanos terminarían confiando su programa espacial a Wernher von Braun. Un científico alemán y antiguo oficial de las SS, inventor de los cohetes V2, que durante el último periodo de la segunda guerra mundial, los nazis lanzaron indiscriminadamente sobre Londres. Paradójicamente, un ex nazi cuyos mortíferos cohetes fueron fabricados por esclavos judíos, a cabó pues dirigiendo el programa espacial Norteamericano. Convirtiéndose en un personaje mediático que igual protagonizaba portadas de revistas. Que presentaba programas de divulgación científica para millones de telespectadores. Todo esto era seguido con el máximo interés por su desconocido rival en el bando contrario. Si la historia de von Braun y su camino hasta el éxito eran oscuros y enrevesados. La de Serguéi Koroliov  no se quedaba atrás.


Koroliov responsable de la impresionante cadena de éxitos del programa espacial soviético. Sigue aún hoy siendo el gran desconocido de toda la historia. En 1938 tras un prometedor inicio profesional como diseñador aeronáutico. Fue condenado sin pruebas por un supuesto delito de malversación. Pasaría seis años en el brutal “gulag” siberiano de Kolima donde los trabajos forzados, la desnutrición y los castigos estarían apunto de costarle la vida. El estallido de la segunda guerra mundial y la necesidad de los soviéticos de de evolucionar armamento con que hacer frente a la invasión alemana. Hizo que la situación de Koroliov fuese revisada. Empezó a trabajar junto con otros científicos represaliados, desarrollando proyectos sobre sistemas de cohetes. Su capacidad física había quedado menguada por la estancia en el gulag, pero no así sus conocimientos que pronto le hicieron destacar. Terminada la guerra sus jefes decidieron seguir explotando las cualidades de Koroliov.
Al ocupar Alemania, el ejército soviético se apoderó de las fábricas donde von Braun y su equipo habían construido los  V2. Koroliov tendría que trasladar a Moscú  todas  aquellas piezas, maquinaria y documentación técnica para desvelar los secretos y posibilidades del hallazgo. Era un reto en el que Koroliov no podía fallar y no lo hizo. Superando todos los contratiempos, la versión soviética del V2 acabó siendo una realidad y cumpliendo las expectativas del ejercito rojo. Que por supuesto de inmediato exigió a Koroliov que desarrollara y perfeccionara aún más aquella tecnología.
Ironías del destino con apenas una parte de las teorías y conocimientos de von Braun,  y que este no lograba hacer comprender a los americanos. Koroliov sentó los cimientos de lo que sería el programa espacial soviético. Por supuesto se trato de un proceso muy largo. Repleto de presiones, inconvenientes y contratiempos a los que Koroliov hubo de enfrentarse sin descanso, con la amenaza constante de ser  destituido y caer en desgracia. Pues, ni aún a medida que se iban sucediendo los éxitos  las autoridades llegaron a proporcionarle un apoyo incondicional.   

Rizando el rizo de las ironías. Para sacar adelante todos estos proyectos se veía necesitado de trabajar estrechamente con Valentín Glushkó. Principal experto soviético en motores de cohete. En su juventud ambos hombres habían trabajado en otros proyectos pero su relación no había sido fácil. Pero además Glushkó era el responsable de la denuncia que supuso la condena de Koroliov al gulag.

La muerte sobrevino a Koroliov, cuya salud era muy delicada por su experiencia como prisionero. Antes de poder afrontar otro de sus grandes sueños, un viaje a la luna. Exceptuando a aquellos que participaban en el proyecto. Para el resto del mundo era un completo desconocido del que nada se sabía. Su persona, su propia existencia, había sido un secreto de estado celosamente guardado por las autoridades soviéticas. Que llevaron a Nikita Jrushchov a rechazar la concesión del premio Novel. Según las autoridades soviéticas los logros del programa espacial se debían al esfuerzo colectivo del pueblo y los trabajadores soviéticos. Koroliov se quedó sin premio. Sus impresionantes logros estaban a la vista de todos. Pero no fue hasta después de su muerte cuando se le concedió un mínimo reconocimiento público. Que desde luego no hizo mucho honor a sus meritos ni llegó a darle a conocer. Los nombres e historias de Gagarin, Sputnik, Laika, que quedaron en la mente del público y que se recuerdan y celebran están ligados al de Koroliov. Solo que pocos conocen, ni celebran la historia del propio Koroliov.
                                           
 

martes, 19 de abril de 2011

Un beso de Madame


Madamemilagros, esa bloguera excepcional. Ha decidido incluirme entre una serie de premiados que ha decidido confeccionar. El nombre del premio, El Beso de Oro así como alguno de los meritos por los que se entrega. La verdad es que en principio me han dejado un tanto descolocado. Pero pasada la sorpresa y aún pensado que no me lo merezco. Tengo que reconocer que me ha hecho mucha ilusión.

Según Madame,  premia nuestra calidad humana así como nuestros escritos. Personalmente intento ser buena persona, aunque tampoco creo que haga nada especial por conseguirlo. Me limito a vivir mi vida sin grandes pretensiones. Interfiriendo lo menos posible con la de quienes me rodean. Valoro y disfruto con la amistad de mis –pocos- amigos e intento ser lo más feliz que puedo con mi mujer. En cuanto a mis textos. En más de una ocasión, ya he contado que jamás esperé que la gente respondiera tan positivamente como lo esta haciendo al contenido de mi blog. Cada comentario, cada felicitación, cada critica, es como un pequeño premio que me hace desear seguir escribiendo. Esto empezó como una pequeña aventura que con vuestro apoyo se convirtió en un bonito sueño. Gracias a todos por animarme a seguir soñando. Gracias Madame, un beso.

jueves, 14 de abril de 2011

Efectos secundarios.

No soy aficionado al fútbol. Así que muy interesante tiene que estar un partido, juegue quien juegue, para que aguante viéndolo más de un cuarto de hora. Leo, eso si la prensa deportiva. Cuyas crónicas y columnas de opinión sobre fichajes, arbitrajes tendenciosos y maniobras e intereses de unos y otros. Pueden resultar en muchas ocasiones verdaderamente entretenidas. Este fin de semana por ejemplo, se jugó un derbi de máxima rivalidad regional entre el Valencia y el Villarreal. Durante los días que lo precedieron. A parte de sobre estrategias de juego, potencial de los equipos y de más asuntos relacionados con un encuentro de este tipo. Se habló y mucho sobre el color de la equipacion con que tenía que jugar el Valencia. Al parecer desde la directiva se planteó la posibilidad de optar por lucir la segunda equipacion, de color naranja y negro. En lugar de la primera, blanca y negra. Se trataba por supuesto de una jugada de markting. Pensada para aprovechar el tirón de un partido importante para potenciar la venta de los productos con los colores de menos demanda. La reacción de las peñas, el público en general e incluso de los propios jugadores fue de inmediato, totalmente contraria a la idea. Y finalmente la directiva hubo de recular, se jugaría con la equipacion tradicional. Los clubes y las marcas deportivas que les equipan cambian cada temporada los diseños de las equitaciones. Haciendo que los seguidores tengan que rascarse el bolsillo si quieren estar a la última. Pero esta última jugada del club para intentar pescar unas cuantas ventas más no ha sentado nada bien a la afición que ha protestado contra el exceso de afán mercantilista. El caso es que todo esto me ha hecho recordar una anécdota tal vez no muy conocida ocurrida en la NBA.


Sucedió en Nueva York y creo que ilustra bastante bien que en ocasiones los intentos por involucrar al público con su equipo sacando de paso un beneficio comercial tiene sus inconvenientes. Aquel año entrenaba a los New York Knicks el mismísimo Pat Riley y el equipo parecía tener posibilidades de conseguir algo importante. Riley responsable de la creación del alabado Showtime con el que había logrado ganar cuatro títulos con los Lakers. Tubo bien claro nada más hacerse cargo de la plantilla de los Knicks, que aquello no tenía nada que ver con su ex equipo. La calidad y capacidad de sus nuevos jugadores tenían poco en común con las de Magic y compañía. Por lo que el en el planteamiento del juego del equipo quedaba poco espacio para florituras y refinamientos técnicos. De manera que el elegante y refinado Riley, siempre impecablemente trajeado, bronceado y repeinado. Se transformó –sin perder su inmaculado aspecto- en una especie de sargento de hierro. Que fustigó sin piedad a sus jugadores hasta transformarlos en auténticos gladiadores. Aquellos aguerridos  Knicks basaron su juego en una asfixiante y desquiciante, capacidad defensiva que acababa bloqueando a sus rivales. Tras ir perfeccionando el nuevo sistema los resultados empezaron a llegar. Los Knicks iban sumando victorias y se convirtieron en un rival peligroso para cualquier equipo, por potente que fuera. La ciudad, los seguidores y la cruel prensa especializada de New York empezaron a creer en las posibilidades del equipo. El sistema ultradefensivo de los Knicks convertía la recta final de los partidos en un suplico para el rival. Especialmente si jugaban en casa. El público del Madison añadía entonces un punto extra de presión. Jaleando a los suyos, defensa, defensa, defensa, coreaban extasiadas las gradas. Incentivando a los suyos cada vez que los rivales tenían el balón e iniciaban un ataque. Es muy complicado ganarle a un equipo si no puedes hacer canastas. Para los contrarios el aro de los Knicks parecía entonces un objetivo inalcanzable.

Aprovechando la coyuntura, una gran cadena de pizzerías de la ciudad decidió lanzar una campaña promocional. Canjearían una porción de pizza gratis, por cada entrada de un partido en que los Knicks consiguieran dejar a sus rivales por debajo de los ochenta y cinco puntos de anotación. Los aficionados estuvieron encantados y la iniciativa tuvo un éxito impresionante. Pero apenas dos semanas después los directivos de los Knicks hubieron de solicitar a la cadena que la promoción fuera retirada. Ni a la directiva, ni al flemático Riley, les pareció seria aquella imagen de los últimos minutos de los partidos. Con las gradas del Madison  puestas en pie y el publico totalmente entregado animando a los suyos al grito de … Pizza, pizza, pizza.
                                                    
                                   

sábado, 9 de abril de 2011

El buzón

Siete de la mañana acabo de relevar al compañero que hace el turno de noche y me dispongo a prepararme un café para empezar la jornada. Entonces oigo la puerta de la entrada y unos pasos en la escalera que llevan a recepción. -¿Un cliente tal vez?- La cadencia de los pasos no tienen nada que ver con los del el panadero el único al que espero a estas horas. Así que me adelanto a ver quien es. Se trata de una señora de unos sesenta años que me sonríe distraída. La conversación ha transcurrido más o menos así.

-Buenos días- dice adelantándose a mi saludo.
-Buenos días- respondo.
-¿Dónde tenéis el buzón para el correo?- pregunta decidida la señora.
-Perdón
-El buzón, el buzón de correo para enviar las cartas.- aclara. Enarbolando un par de sobres perfectamente sellados y cumplimentados -Aquí vosotros y los clientes enviareis cartas. ¿No?- inquiere mirando alrededor en busca de su objetivo. Mientras empieza a decirme que quiere enviar las cartas a unos amigos. Y había pensado que en el hotel tendríamos algún tipo de consigna o algo por el estilo para enviar el correo. Mi semi adormilado cerebro procesa rápidamente –bueno igual no tan rápidamente- la información. Y tras descartar la imagen de una parada de postas del pony express. –Lo primero que me ha venido a la mente-  Me repongo para responder a la pregunta.
                                                 

-Hay un buzón de correos en la esquina.- informo. Haciendo un vago gesto hacia la calle situada a espaldas del hotel.
-¿De correos? ¿En la esquina?- repite mirándome desconcertada.
-Si, conforme sale a la izquierda, rodeando el hotel.  
-¿Pero eso va?- pregunta en tono incrédulo. Mirándome como si pensara que trato de tomarle el pelo. –Seguro que esta en uso que funciona. Parece que este abandonado.- añade atropelladamente abriendo unos ojos como platos.
-Si claro, esta en servicio. Como le decía nosotros lo utilizamos.- aseguro en tono conciliador. En tanto por mi cabeza pasa el recuerdo de Bette Davis interpretando a la entrañable Annie Manzanas. En aquel genial clásico de Capra, Un gangster para un milagro.
-¿Seguro? Pero si esta sucio y todo oxidado.- cuestiona desconfiada -¿Y quien recoge las cartas, los carteros?- se resiste desconfiada mi Annie particular que no tiene nada de entrañable.
-Si bueno la verdad es que el pobre buzón esta hecho polvo.- reconozco -Pero hay un servicio que recoge el correo periódicamente.- explico resignado. Empiezo a sentirme como Alegre, otro de los personajes de la película cuyo carácter no era precisamente ni alegre ni paciente.
-¿Entonces sus cartas llegan al destino?- por su tono no parece que se lo crea.
-Por el momento nunca hemos tenido ningún problema.- digo. Antes de que me interrumpa con un ademán impaciente.
-Es increíble.- proclama a modo de despedida. Dando media vuelta para salir mientras sigue refunfuñando. Contra correos, el buzón y todo el servicio postal. Rápidamente me cruzó el comedor y voy a asomarme al ventanal que da a la calle de atrás. Desde aquí no alcanzo a ver el buzón pero tras unos segundos si veo a la señora pasar con sus cartas. Casi dos minutos después regresa ya sin ellas. Solo espero que correos no me falle.