La verdad es que no sabría decir por que decidí crear este blog. Lo más sencillo, sería reconocer que siendo el escribir historias algo que siempre me ha gustado. La posibilidad de exponerlas para que cualquiera pueda leerlas me incentivó a tomar la decisión. Sea como sea, esta resultando una interesante experiencia, un atractivo divertimento del que quiero hacer participe a todo el que guste.







Para cualquier sugerencia, crítica u opinión.






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viernes, 16 de diciembre de 2011

¿Ucronía?

Era inútil, no había manera de concentrarse.  Pensó cerrando la carpeta y dejando a un lado el tedioso informe sobre perspectivas de producción agrícola. Apenas si lo había estado releyendo entre líneas. Pero había empezando a darle dolor de cabeza. Comprobó con fastidio volviéndose para clavar una penetrante mirada en  su secretario. Que se revolvió inquieto antes de anticiparse a la pregunta.
-Lo siento señor pero de momento en su oficina dicen que sigue en la reunión. De hecho parece que se esta alargando más de la cuenta. Están tratando de cuadrar la agenda y nos han asegurado que se pondrá en contacto lo antes posible.- informó en tono dubitativo. Temiendo la consiguiente reacción.
-Merde¡¡- masculló el. Con un gruñido furioso que resonó como un tiro en la quietud del despacho. Haciendo encogerse al temeroso secretario.
Cuadrar la agenda¡¡  Reuniones¡¡  Mon Dieu y que se suponía que estaba haciendo el, disfrutar de una vacaciones en Saint Tropez. Maldijo para si soltando un bufido y empezando a juguetear nerviosamente con una hermosa estilográfica Montblanc. Que terminó por escapársele de las manos para caer sobre la alfombra. De donde el secretario se apresuró a recogerla con inusitada presteza. A la que el no prestó la más mínima atención. Había vuelto a abstraerse en sus pensamientos.

En que demonios estaba pensando Lagarde. Sabía muy bien que el quería hablar con ella antes de encontrarse con la teutona. Necesitaba confirmar que sus opiniones iban a presentar un frente común. No quería encontrarse con que tras aguantar el chaparrón de protestas de la fraülein, para acordar una estrategia. Resulta que la presidenta del Fondo Monetario Internacional le salía  con otra declaración en contra. La economía, los mercados, los inversores, la deuda,  ella sabía que había demasiadas cosas en juego. Como para ahora tenerle bloqueado por culpa de una estúpida reunión. Sobre asignación y control de fondos en los planes de ayuda al desarrollo para África central. Con la que estaba cayendo y a la señora le daba por plantearse como ponerse a regalar dinero. Menuda gilipollez, a estas alturas Lagarde ya tendría que tener bien claro cuales debían de ser sus prioridades. El había puesto mucho de su parte para conseguir auparla al cargo. Algo que no resultó nada fácil tras el  espectáculo de vodevil organizado por Strauss Kahn. Odiaba haber tenido que ir negociando favores. De unos socios europeos a los que les encantó verle rebajarse. Todo ello mientras le iban soltando bromitas sobre el embrollo formado por el condenado Dominique. E insinuaciones más o menos veladas, de lo bien que le iba a venir a el, dejar fuera a un posible rival a las elecciones presidenciales. Como si con el historial de picha brava que atesoraba aquel salido de Strauss Kahn, hubiera sido necesario incitarle a algo. Conseguir los respaldos necesarios para mantener en el sillón a una francesa. Había salido por un cojón de canard. Desde luego que ella había sabido jugar excepcionalmente bien sus cartas. Apoyándose hábilmente en sus numerosos contactos norteamericanos. A los que ahora parecía dispuesta a devolver el favor, antes que al presidente de su propio país. Para que luego te vengan hablando de favores y lealtades, menudas milongas. Había que ver que humos empezó a traerse Madame en cuanto probó las bondades del cargo. Con todo el mundo dispuesto a hacerle la pelota. Poder para hablar casi sin tapujos y los reconocimientos propios del jefe de estado de una potencia económica. El poder te da ínfulas de superioridad, bien  que lo sabía el. Uno puede pretender aparentar que sigue siendo el mismo que antes de asumir el cargo. Pero los buenas intenciones duran bien poco y Lagarde no era excepción.  Bastaba ver ese gesto de superioridad que había empezado a adoptar en las comparecencias. Por no hablar de la imagen, con que de pronto se había presentado aquel verano. Aquella melena cana enmarcando un rostro de cutis… bronceado¡¡¡. Con Grecia apunto de ahogarse la economía hecha unos zorros y ella luciendo bronceado. Pero un momento. ¿Era aquello un bronceado? Por que la verdad es que parecía más bien, algún tipo de accidente con los rayos uva. Mon Dieu era como si alguien hubiera encargado una presidenta del FMI bien dorada y crujiente. Que demonios le pasaba ahora a aquella mujer. Allí estaba el, a apenas media hora de batirse el cobre. Frente a una Canciller con las ganas de bronca de un estibador de Hamburgo, tras un tuno doble de trabajo. Haciendo cola a la espera de que Doña FMI se dignara a atenderle. Para diseñar una estrategia con común la que sacar adelante la economía europea. Era de locos, resopló ofuscado levantándose de golpe y empezando a dar vueltas por el despacho. Mientras de un salto el secretario se hacia a un lado. Pegándose a la pared en un intento de convertirse en un cuadro más.

-¿Cuánto les falta para llegar?- inquirió finalmente en tono imperioso.  
-Veinte minutos- balbuceó el secretario.
-¿Todo listo? El protocolo de siempre.- comentó. Yendo a servirse un baso de agua sentía la garganta seca.
-Así es señor presidente. Saldrá a recibirla, fotos para la presa, sin preguntas. Nuestra delegación aguardará en le salón.-
-Si claro la prensa, como no.- asintió el con desgana tomando un largo trago.
En más de una ocasión había oído decir aquello de que las dos cosas que la gente nunca debería ver como se hacen, eran la política y las salchichas. Pero en la era de la información. Resulta simplemente imposible evitar dar un paso sin estar bajo el escrutinio de las cámaras. Las tertulias políticas y económicas proliferaban sin cesar. Una reunión como la que iban a tener dentro de unos minutos sería profusamente analizada de inmediato. Y en especial su figura que no solía salir muy bien parada de estos análisis. Hacía unas semanas en una de estas tertulias uno de los invitados empezó a referirse a el y a la Merkel como Merkozy el expresión inventada por los periodistas uniendo sus nombres. Para hacer referencia a la unidad de acción y el entendimiento del que ambos llevaban meses haciendo gala. –En efecto hablan con una sola voz y un mismo discurso. Pero no cabe duda que las palabras e ideas que se exponen son las de Merkel.- había apuntado de inmediato otro de los contertulios. –Monseur le Président esta demostrando ser un alumno muy aplicado. Para que luego digan que no escucha las opiniones de otros.- remachó en tono cínico.  Provocando un estallido de hilaridad general. Sin duda que hoy toda aquella panda estaría esperando la ocasión de volver a la carga. Haciéndole quedar como un simple correveidile de la Canciller. No obstante para esta reunión, el y su equipo habían estado preparando unas cuantas iniciativas que tratar con la delegación alemana. No es que se tratara de propuestas revolucionarias ni mucho menos. Pero si de una serie de prometedores ajustes y replanteamientos sobre las medidas de las que se venía negociando en el último mes y medio. No sería fácil conseguir que la Canciller le respaldara así como así. Especialmente en el tema de los Eurobonos o la refinanciación de las deudas soberanas, pero existían formulas sobre las que negociar salidas a todo esto. De ahí que le hubiera venido bien  conocer de antemano la disposición de Lagarde a secundarle. Pero Madame seguía perdida en el corazón de África.

Otra patada más para su futura úlcera. Rumió contrariado apurando el vaso de agua. Acababa de recordar algo de lo que había tomado nota mentalmente. Cuando esta mañana le presentaron al nuevo capitán de la guardia de corazeros. Con lo liada que había estado la maña, decidió dejarlo. Pero ahora podía ocuparse, no fuera a pasársele. Aquel tipo podía ser muy simpático y hasta buen oficial. Pero… le gustaría saber a que lumbrera se le había ocurrido elegir para el puesto. A un tipo que bien podía estar jugando de pívot en la selección de baloncesto. Solo imaginarse a su lado en el acto protocolario de pasar revista a la guardia. Mientras acompañaban al jefe de estado de turno en vista oficial. Le resultaba de lo más deprimente. Con el cachondeo que periódicamente se traía la prensa a cuenta de que usara alzas. Mientras Carla se presentaba con zapato plano o de tacón bajo. O de que la altura media de sus escoltas hubiera menguado… Como para ponerse a tiro de las cámaras. Caminando junto a una especie de mister universo enfundado en el traje de gala de los corazeros. Si hombre, iba a parecer su llavero. Vamos es que ni hato de Burdeos. Habría que sacarle de en medio. Se dijo chasqueando los dedos y encarando al secretario con gesto decidido. -Otra cosa. Ese capitán, el de esta maña, el corazero.
-El capitán Rocher.- apuntó el secretario.
-Eso Rocher- farfulló el con fastidio. Será posible¡¡ El condenado tenía hasta nombre de marca. –Pues eso, a Rocher que le busquen un buen destino en alguna otra parte.- ordenó.
-Perdón- dudó el secretario, que hoy parecía andar un tanto espeso.
-Un destino, no creó que de el perfil adecuado para un cargo puramente protocolario. Seguro que su valía será de provecho en una unidad más activa.
-Pero fue escogido entre una docena de las solicitudes mejor cualificadas.- objetó el secretario. Ganándose una mirada asesina que por fin pareció sacarle de su inopia. –Huy perdón señor seguro que podemos encontrar un destino como el que sugiere. Lo siento.- corrigió atropelladamente.
-Perfecto.- bufó el. Conteniendo las ganas de destinar al secretario a una marisma perdida de la Guayana.  Mientras el teléfono empezaba a sonar.

Era su línea privada comprobó con un gruñido. Hoy no necesitaba ningún contratiempo en el frente domestico. Aun que por suerte el embarazo había ido como la seda. Tras el parto, algunos días Carla parecía un tanto melancólica. ¿Síndrome del nido vacío? A saber, ella era una mujer acostumbrada a una actividad frenética. En fin, seguro que pronto estaría de nuevo metida en un montón de proyectos. Pensó resignado. Volviendo a sentarse y lanzando una mirada al secretario que se apresuró a abandonar el despacho.
-Oui – inquirió sin mucho énfasis descolgando el teléfono.
-Humm. Estas enfadado, lo noto.- adivinó ella al instante -¿No querías hablar conmigo?- añadió en  un meloso tono contrito.
-Mon Deiu, mon amour como se te ocurre. Siempre me encanta recibir tus llamadas son como un regalo. Es solo que los fritz están apunto de llegar. Ya sabes lo estresante que es todo esto.- objeto conciliador. – No sabes las ganas que tengo de tener algunos días más relajados para poder dedicarte algo de tiempo.- aseguró con un suspiro.- Pero antes he de vérmelas con Frau Merkel.- 
-Animo cheri ya veras como no es para tanto. Al fin y al cabo ambos buscáis un mismo fin. Encontrar la mejor forma de solucionar todo esto.-
Habían llegado, tocaba ponerse en marcha. Comprendió en cuanto el secretario asomó la cabeza.
-Si tienes razón.- aceptó resignado-  Gracias por llamar y darme ánimos. Ahora tengo que dejarte, estan al llegar-
-Chiao Caro. Saluda a Angie de mi parte.-
-Si claro.- respondió desconcertado. Angie!!! Mon Dieu recordaba haberlas presentado ¿Pero desde cuando la Merkel había pasado a convertirse en Angie?

El ambiente allí era frió y desapacible. Muy acorde con toda aquella situación. Pensó saliendo a la puerta, mientras el primer coche de la comitiva entraba en la plazoleta. Primero tocaba actuar un poco de cara a la prensa para las fotos de turno. Suspiró para si, intentando esbozar una sonrisa lo más distendida posible mientras se adelantaba para recibir a la Canciller. Que acababa de salir del coche.
 -Bienvenida, que tal estas.- preguntó cortésmente. Mientras ambos daban paso a la estudiada coreografía de rigor sonrisas, gesto relajado, un leve apretón de manos, dos besos. ¿Un momento era aquello perfume?  Pensó sorprendido, enarcando levemente las cejas. Al captar una suave fragancia que le resultó vagamente familiar.
-¿Le gusta? Es el perfume que me regaló su mujer.- le susurró ella con gesto de complicidad. Interpretando su sorpresa. –La verdad es que es estoy encantada con el. Su esposa tiene un gusto exquisito.- confeso satisfecha.
-Gracias- respondió el totalmente descolocado. Cediéndole el paso para que entrara, después de que los fotógrafos lanzaba su última andanada de fotos.

-¿Y que tal la niña? ¿Es Giulia, verdad?- se interesó ella amablemente. Mientras avanzaban por el pasillo. Seguidos por un sequito que avanzaba con impecable marcialidad.
-Si, si Giulia y esta muy bien es un ángel.- respondió el satisfecho. Antes de que ella se parara en seco.
-Mein Gott- masculló contrariada. Llevándose la mano a la frente, obviamente había recordado algo. Adivinó el, viéndola girar en redondo para encarar a su delegación, cuyas filas barrió con la mirada. Antes de formular una pregunta que sacudió la formación como si un certero cañonazo la hubiera alcanzado de lleno. Sembrando un repentino e incomodo desconcierto. Mientras al parecer, la Canciller empezaba a protestar y a lanzar ordenes en alemán. Alguien había metido la pata. Creyó intuir sorprendido, mientras hacía un gesto a su traductor para que se mantuviera al margen. No le necesitaba, parecía evidente que todo el revuelo no era por algo “oficial”. Así que prefería hacer su propia interpretación de los hechos. A parte de que seguramente era mucho más divertida. Parecía que se había montado una buena y para acabarlo de arreglar. Acostumbrados como están a su impecable rigidez prusiana. Los kartoffen improvisan fatal cuando como era el caso, se les pilla en un renuncio. Claro que tener a la Canciller mascullando maldiciones y reniegos propias de un sargento de infantería prusiana. Pues como que debe de acojonar lo suyo. Una vez alguien le había dicho que no sabes lo que es que te  insulten hasta que no lo hacen en alemán. Pero fueran o no con tacos, con lo que en ese momento Frau Merkel fustigaba a sus edecanes. El caso es que los estaba poniendo a todos de vuelta y media. Mon Dieu que genio, que mujer. Suspiro admirado. Viendo salir disparado hacia la puerta a uno de los secretarios. Mientras ella se volvía hacia el sin dejar de protestar. Como lamentándose por el contratiempo. Seguía hablando alemán, y el no pillaba ni papa –aun que asintió con gesto comprensivo- por su expresión. Bien podía estar rematado todo el ¨sarao¨ con la consabida reflexión. –Ya ve usted esto es un desastre, tengo que estar en todo. Me cago en ¨tó¨ lo que se menea.- Si, seguro que “grosso modo” por ahí iban los tiros.
Todo se solucionó en un par de minutos. Resultó que un secretario había olvidado en el coche. Unos regalos que la Canciller había querido traer para Carla y Giulia. Alucinado el los aceptó encantado asegurándole que a ambas les encantaría el detalle. Decididamente tendría que hablar con Carla sobre toda aquella familiaridad. Mon Dieu Cuando la Merkel se ponía en plan tan entrañable el no sabía a que atenerse.

En el salón todo estaba dispuesto y tras los saludos de rigor ambas delegaciones empezaron a sentarse a la mesa. El permaneció de pie a la espera de que ella se sentara. Tras el incidente del pasillo ella había vuelto a sonreír. Pero ahora de pie junto a su silla recorrió la mesa con la mirada mientras se hacía el silencio. Todos la miraron expectantes era aviente que ella quería ser la primera en tomar la palabra. Y desde luego que lo hizo. Cuando se lanzó a hablar el traductor se las vio negras para seguirle el ritmo.

No habían venido para empezar a perder el tiempo con negociaciones absurdas y demás parafernalia. –Proclamó así de plano sin anestesia- Todo aquel circo llevaba ya demasiado tiempo en marcha. Era el momento pues de arremangarse y ponerse manos a la obra sin tantos miramientos. Europa necesitaba que se pusieran las pilas si o si. Se acabaron las contemplaciones, de esta no pasaba, esto tenía que quedar zanjado. A Durao, Van Ronpuy, Draghi que le den por culen. Nos deben sus puestos, así que no quieran ahora venir jodiendo la marrana. Tragaran lo que decidamos y punto en boca. En cuanto al resto Eurobonos, ampliación del fondo de rescate, compra directa de deuda y demás zarandajas. NEIN, NEIN, NEIN, NEIN Por supuesto que los ingleses seguirían yendo por libre, menuda es esa gente. Pero las economías periféricas podían irse preparando por que les iban a poner un examen para cagarse por la pata abajo. Vamos ni la lista de los reyes godos recitada de carrerilla y en orden inverso. A ver si de una puñetera vez  les queda claro que no se puede ir por ahí dándoselas de potencia económica. A base de firmar cheques sin fondos y de camuflar las deudas bajo la alfombra. Esta muy bien eso de ser europeos, pero antes tienen que de mostrar que pueden serlo. Así que al lío. Menos samba e mais trabalhar. -¿Estamos?- 

martes, 6 de diciembre de 2011

Tres reseñas y una leyenda urbana

Como ya conté en mi post anterior, el resfriado que casi me fastidió las vacaciones dejándome para el arrastre.  Me dio al menos la ocasión de ver una buena ración de películas. Algunas de las  cuales se me habían pasado totalmente en el momento de su estreno. O directamente ni siquiera sabía nada de ellas Por lo que resultó una grata sorpresa poder disfrutarlas. Y otras de esas que periódicamente acabas volviendo a ver. Mientras pensaba en como elaborar esta reseña he caído en la cuenta de algunas estaban relacionadas por la temática judicial. Así que he decidido comentarlas en un mismo grupo.

La primera Caza a la espía interpretada por Naomi Watts  y  Sean Penn. Esta basada en un caso real ocurrido en el 2003. Cuando ya metidos en la guerra de Afganistán, los Estados Unidos se preparaban para lanzarse sobre Irak de Sadam Hussein.  Un polémico artículo escrito por un ex embajador y aparecido en el New York Times. Acusa a la administración Bush de haber manipulado a la Agencia Central de Inteligencia con respecto a la existencia de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Sadam, para poder así justificar la invasión de Irak. Las oscuras maniobras llevadas a cabo por miembros de la administración y sus medios afines. Para desacreditar el articulo y a su autor. Alcanzaron su máxima virulencia cuando miembros de la Casa Blanca llegaron a filtrar la verdadera identidad de Valerie Plame. Agente encubierta de la CIA, esposa del ex embajador y autor de tan incomodo articulo. La historia del  bochornoso escándalo que terminaría con la destitución de una serie de altos funcionarios. Nos muestra las tremendas presiones y manipulaciones que la administración Bush llegó a realizar para conseguir sus objetivos.


 The Lincoln  Lawyer. (El inocente)  -En fin ya sabéis cosas de la traducción- Es una más que acertada adaptación de una novela de Michael Connelly. -Quien al parecer declaró haber quedado encantado con la película.- Que nos cuenta las andanzas de Mickey Haller (Matthew McConaughey). Un taimado abogado especializado en defender a criminales de medio pelo. Que recorre los bajos fondos de Los Ángeles en un antiguo Lincoln conducido por un chofer negro. Acostumbrado a defender a delincuentes habituales. La posibilidad de tener que defender en un caso importante a alguien que a todas luces parece inocente. Es una oportunidad  totalmente nueva para Haller. Un thriller bien hilvanado que me gustó. Aunque se trata de una adaptación el papel del abogado parece realmente escrito para McConaughey.



Por último Mi primo Vinny. Una comedia que aún conservo en formato VHS, y que  sin ser nada del otro jueves. La verdad es que resulta entretenida, por lo que no me resisto a verla cada cierto tiempo. Para defender a dos despistados neoyorquinos erróneamente acusados de asesinato.  Vincent Laguardia Gambini (Joe Pesci) un abogado novato tendrá que recurrir a todo su ingenio. Mientras sobrevive a un montón de peripecias y al escrutinio de un juez especialmente quisquilloso. Acompañado por Marisa Tomei una actriz recién salida del mundo de la televisión. -A quien también encontraremos en The Lincoln  Lawyer-  La película, una sencilla trama que muestra diversas inconsistencias en su desarrollo. No habría pasado de ser la típica comedia sin historia. Que tras su paso por las salas de cine, desaparece sin pena de ni gloria. De no ser, por su inesperada irrupción en los Oscar de 1993.

Nominada como mejor actriz de reparto, una desconcertada Marisa Tomei. Se encontró de pronto, compitiendo por la estatuilla con un elenco de experimentadas actrices. -Judy Davis (Maridos y Mujeres), Joan Plowright (Un Abril Encantado), Vanesa Redgrave (Resgreso a Howars Hend) y Miranda Richardson (Herida). – Un ramillete de excelentes interpretaciones en películas de peso. Ante las que Tomei defendería su papel de (Mona Lisa Vito) la cáustica novia  de (Vinny). Que había tenido que interpretar enfundada en los más estrambóticos modelitos. Sus opciones no parecían ir más allá de la nominación. Hasta que llegó el momento de la entrega... y de Jack Palance.

Apenas hizo aparición sobre el escenario, pareció evidente que Palance. Encargado de la entrega del Oscar. Estaba bebido, colocado o ambas cosas a la vez. El caso es que mientras presentaba a las nominadas. Su broma al respecto de que una chica de Brooklyn. Se las viera con cuatro británicas, solo parecía un simple comentario jocoso más o menos desafortunado. Hasta que pronunció el nombre de la ganadora... Dando vida a la que sería una de las nuevas y controvertidas leyendas urbanas de Hollywood. Era realmente el de Tomei, el nombre nombre que aparecía en el sobre. Metió la pata Palance voluntaria o involuntariamente. La versión oficial de la academia es que  en una decisión sorprendente pero totalmente legítima, Marisa Tomei era la ganadora. Claro que años después los rumores siguen ahí y al hablar de ellos, uno acaba hablando de Mi Primo Vinny.