La semana pasada se conmemoraba el cincuenta aniversario de la primera salida del hombre al espacio. El cosmonauta soviético Yuri Alekséyevich Gagarin escribía para siempre su nombre en la historia. Completando con éxito una misión, que confirmaba la hegemonía soviética en lo que por entonces empezaba conocerse como la carrera espacial. En la que sus rivales estadounidenses tenían que contentarse con ir a remolque. Los soviéticos ya habían sido los primeros en poner en orbita un satélite, el Sputnik y un ser vivo Laika. El nuevo éxito obtenido con el vuelo de Gagarin era pues la guinda del pastel. Pero detrás de todo esto como suele ocurrir con casi todas las cosas existía una larga en interesante historia.
Koroliov responsable de la impresionante cadena de éxitos del programa espacial soviético. Sigue aún hoy siendo el gran desconocido de toda la historia. En 1938 tras un prometedor inicio profesional como diseñador aeronáutico. Fue condenado sin pruebas por un supuesto delito de malversación. Pasaría seis años en el brutal “gulag” siberiano de Kolima donde los trabajos forzados, la desnutrición y los castigos estarían apunto de costarle la vida. El estallido de la segunda guerra mundial y la necesidad de los soviéticos de de evolucionar armamento con que hacer frente a la invasión alemana. Hizo que la situación de Koroliov fuese revisada. Empezó a trabajar junto con otros científicos represaliados, desarrollando proyectos sobre sistemas de cohetes. Su capacidad física había quedado menguada por la estancia en el gulag, pero no así sus conocimientos que pronto le hicieron destacar. Terminada la guerra sus jefes decidieron seguir explotando las cualidades de Koroliov.
Al ocupar Alemania, el ejército soviético se apoderó de las fábricas donde von Braun y su equipo habían construido los V2. Koroliov tendría que trasladar a Moscú todas aquellas piezas, maquinaria y documentación técnica para desvelar los secretos y posibilidades del hallazgo. Era un reto en el que Koroliov no podía fallar y no lo hizo. Superando todos los contratiempos, la versión soviética del V2 acabó siendo una realidad y cumpliendo las expectativas del ejercito rojo. Que por supuesto de inmediato exigió a Koroliov que desarrollara y perfeccionara aún más aquella tecnología.
Ironías del destino con apenas una parte de las teorías y conocimientos de von Braun, y que este no lograba hacer comprender a los americanos. Koroliov sentó los cimientos de lo que sería el programa espacial soviético. Por supuesto se trato de un proceso muy largo. Repleto de presiones, inconvenientes y contratiempos a los que Koroliov hubo de enfrentarse sin descanso, con la amenaza constante de ser destituido y caer en desgracia. Pues, ni aún a medida que se iban sucediendo los éxitos las autoridades llegaron a proporcionarle un apoyo incondicional.
Rizando el rizo de las ironías. Para sacar adelante todos estos proyectos se veía necesitado de trabajar estrechamente con Valentín Glushkó. Principal experto soviético en motores de cohete. En su juventud ambos hombres habían trabajado en otros proyectos pero su relación no había sido fácil. Pero además Glushkó era el responsable de la denuncia que supuso la condena de Koroliov al gulag.
La muerte sobrevino a Koroliov, cuya salud era muy delicada por su experiencia como prisionero. Antes de poder afrontar otro de sus grandes sueños, un viaje a la luna. Exceptuando a aquellos que participaban en el proyecto. Para el resto del mundo era un completo desconocido del que nada se sabía. Su persona, su propia existencia, había sido un secreto de estado celosamente guardado por las autoridades soviéticas. Que llevaron a Nikita Jrushchov a rechazar la concesión del premio Novel. Según las autoridades soviéticas los logros del programa espacial se debían al esfuerzo colectivo del pueblo y los trabajadores soviéticos. Koroliov se quedó sin premio. Sus impresionantes logros estaban a la vista de todos. Pero no fue hasta después de su muerte cuando se le concedió un mínimo reconocimiento público. Que desde luego no hizo mucho honor a sus meritos ni llegó a darle a conocer. Los nombres e historias de Gagarin, Sputnik, Laika, que quedaron en la mente del público y que se recuerdan y celebran están ligados al de Koroliov. Solo que pocos conocen, ni celebran la historia del propio Koroliov.