La verdad es que no sabría decir por que decidí crear este blog. Lo más sencillo, sería reconocer que siendo el escribir historias algo que siempre me ha gustado. La posibilidad de exponerlas para que cualquiera pueda leerlas me incentivó a tomar la decisión. Sea como sea, esta resultando una interesante experiencia, un atractivo divertimento del que quiero hacer participe a todo el que guste.







Para cualquier sugerencia, crítica u opinión.






jaestrelles@gmail.com






























sábado, 18 de febrero de 2012

Esperando a San Valentín ( II )

-¿Si busca algo en concreto?- se interesó amablemente la dependienta acercándose. Había terminado con los chicos que salían en aquellos momentos dejándonos a solas.
-En concreto la verdad es que no. Solo miraba a ver si algo podía ser interesante.- dije dejando el estuche con gesto resignado. Mientras una idea repentina me venía a la cabeza. - Aunque la verdad es que ahora que lo dice hace unos días me recomendaron una novela corta. El Alambique, me parece que se llamaba. No recuerdo el autor y me parece que salió hace ya algunos años. Pero se ha vuelto a reeditar.- comenté, repentinamente interesada y sorprendida. Pues si bien recordaba el titulo y los comentarios. La verdad es que ahora mismo no conseguía situar a la persona ni el momento en que se había producido aquella conversación.
-El Alambique, no se, el caso es que me suena.- aseguró la dependienta. Encaminándose hacia unas estanterías colocadas paralelamente y repletas de ediciones de bolsillo. -Últimamente nos han llegado un buen número de reediciones.- añadió empezando a repasar los estantes con gesto experimentado.
-Bueno la verdad es que aunque se comentó que era una reedición, tampoco sé, si era de ahora.- reconocí en tono contrito. Acercándome junto a ella que sonrió con gesto tranquilizador. 
-Bien, nadie dijo que fuera a ser fácil- comentó divertida. Rodeando la estantería y poniéndose en cuclillas para empezar a repasar atentamente los ejemplares de los estantes inferiores. Gesto que imité, quedando mis ojos frente a una nutrida representación de ejemplares de Vázquez-Figueroa. Que rápidamente desestimé tratando de ver que hacia mi guía. Quien si parecía haber encontrado algo. Justo en el momento en que la campanilla de la puerta anunció que alguien entraba en la librería.
-¿Rosa?- inquirió una joven voz femenina. - Rosa, soy yo.- anunció la voz acercándose.
-Genial ¡¡ Mira por donde resulta que la paloma ya vuela libre.­- comentó la dependienta en tono irónico a modo de respuesta. Mientras sacaba un ejemplar que me mostró enarcando las cejas, pues resultó ser de El Aleph. Lástima pareció decir con un mohín decepcionado.
  -Ya muy graciosa.- oímos refunfuñar la recién llegada. Que siguió a lo suyo.- ¿Dónde andas?­ -añadió en tono apresurado.
-Estoy aquí un minuto, no seas impaciente relájate. Que mucho quejarte y protestar pero al final vas a conseguir escaparte antes.- suspiró Rosa resignada devolviendo el libro a su lugar.
-¡Antes¡ Antes me hubiera ido, si no fuera por esa condenada puerta. He vuelto a tener que pelearme con ella para conseguir cerrar.- protestó la chica con vehemencia. Mientras la oíamos acercarse con paso decidido.- Bueno a lo que interesa. ¿Que te parece como me queda?- dijo rodeando la estantería. Mientras se abría el abrigo con gesto decidido. Dejando ver una delicada y vaporosa negligé. Bajo la que resaltaba un espectacular conjunto de lencería negra.
-¡Mierda¡- exclamó la chica. Al verme arrodillada frente a ella, contemplándola con expresión alucinada. –Joder, joder- resopló. Apresurándose a cubrirse con el abrigo con gesto turbado mientras desaparecía rápidamente en dirección a la trastienda.
-Lo siento.- se disculpó la dependienta con gesto de circunstancias. Cuando consiguió reaccionar tras el evidente desconcierto. -Primer San Valentín con novio formal.- reveló en tono de confidencia, con expresión cariacontecida.
-En tiendo.- respondí asintiendo comprensiva. Antes de que las dos empezáramos a desternillarnos de risa por lo sucedido.
-Le ruego que nos disculpe- pidió la dependienta tratando de contener la risa. Se le habían saltado las lágrimas.
-No se preocupe es una de esas anécdotas que podré estar contando toda mi vida.- aseguré restándole importancia.  
-En fin comprobaré lo de ese titulo. Si quiere seguir echando un vistazo. En la estantería de la esquina encontrará una selección de nuevos autores sudamericanos. Parece que vale la pena, al menos están teniendo bastante aceptación.- recomendó solicita. Antes de dirigirse al mostrador.
 -Esta bien, gracias.- respondí yendo a echar un vistazo.
Un minuto después mientras leía la biografía de un autor mejicano en la solapa de su libro de cuentos. Reparé en una estantería situada en un rincón. Fue apenas una mirada casual que de inmediato por alguna razón, me hizo acercarme a ella como atraída por un imán.
-Anda mi madre.- gruñí gratamente sorprendida. Empezando a leer habidamente títulos y nombres de autores en rápida sucesión. Sartre, Pérez Galdós, Joyce, Maupaussant, aparecían entremezclados sin orden ni concierto como si alguien hubiera tenido que escoger a toda prisa aquellos títulos que salvaría de entre su biblioteca. Caí entonces en la cuenta de que paradójicamente el contenido de aquella estantería reunía todo lo necesario para complacer al lector más exigente. Una especie de curiosa babel literaria que constituía en si misma una muestra representativa de la llamada literatura universal. Que de inmediato me apresuré a revisar con habido deleite. Era de locos, encontré a Kafka junto a Onetti, Thagore y Gogol acompañando a Lampelusa, en una suerte de caprichosos y sorprendentes hermanamientos. Cuyas sucesivas asociaciones consiguieron arrancarme más de una sonrisa. Mientras mis dedos se desplazaban suavemente sobre los lomos en tanto iba leyendo atentamente los títulos. Hasta que uno captó mi atención, El Extranjero. Cuidadosamente, pugné por sacarlo del estrecho espacio en donde había quedado emparedado entre -como no- dos extraños compañeros. El retrato de Doryan Grey, y Del Asesinato Visto como una de las Bellas Artes. Desde luego tendría que preguntar quién era el responsable de semejantes combinaciones. Pensé divertida, hace falta algún tipo de talento especial para alcanzar semejante nivel de refinada malicia. Oscar Wilde y Thomas de Gincey, escoltando estrechamente al pobre Camus. Quien a buen seguro que habría alucinado. De haberse podido llevar a cabo realmente aquel encuentro con semejantes personalidades.
-Camus- comentó la dependienta acercándose -Buena elección- añadió asintiendo complacida.
-El Extranjero.- dije pasándoselo
-Desde luego los clásicos nunca defrauda son una apuesta segura.­- convino tomando el libro y palmeándolo suavemente.
-Hace años que le presté un ejemplar a un familiar y supongo que ya va siendo hora de pensar en reemplazarlo.- comenté en un tono resignado que la hizo sonreír.
-En tiendo. Pero en fin, ya conoce el dicho. Amigos y parientes suelen ser los principales enemigos de una biblioteca.- aseguró con expresión resignada. -Créame se lo digo por propia experiencia.- confesó. Mientras ambas nos volvíamos hacia la puerta de la trastienda. Por la que, con el rostro encendido por el rubor apareció la chica del abrigo. Que se quedó mirándome con expresión azorada.
-Anda, ven para acá que desde luego eres única.- dijo la dependienta con un resignado suspiro.- ¿Ya?- inquirió con expresión divertida.
-Perdóneme, por lo de antes. He sido una idiota lo siento.- musitó la chica entono contrito, mientras se acercaba.
  -Por favor, no ha sido nada olvídalo no hay nada que disculpar.­- interrumpí con gesto desenfadado restándole importancia.
-¿Bueno y qué? ¿Cómo te quedan?- inquirió la dependienta con expresión picara. Haciendo que la muchacha volviera ruborizarse de golpe. Mientras nos miraba con expresión cohibida. -Disculpe, espero que no le moleste.- solicitó la dependienta volviéndose hacia mi. Interpretando las dudas de su amiga.
-No claro. ¿Pero si prefieren quedarse a solas?- respondí con una sonrisa. En tono desenfadado.
-Querida a la señora ya la pillaste con el ensayo general. Pienso que es justo que vea el resto de la función.- bromeó la dependienta en tono irónico. Mientras con gesto trémulo la chica empezaba a abrir el abrigo. El sensual y vaporoso atuendo había quedado completado con un delicado conjunto de medias y liguero a juego que lo volvían más sugerente si cabe. Lo que unido a unos estupendos zapatos con tacones de vértigo sin duda completaban la fantasía masculina por excelencia.
-Genial.- elogió la dependienta. Asintiendo resuelta con gesto aprobador.
-¿En serio?- dudó la chica.
-Pues claro, estás de muerte. Ya veras, le vas a dejar sin aliento.-aseguró su amiga- A los tíos les chiflan estas cosas, es una de sus fantasías recurrentes. Pero seguro que ni en sueños esperaba algo así. - añadió mirándome  con gesto de complicidad.
-Desde luego es todo un golpe.- coincidí al instante con una sonrisa traviesa.
 -Bueno, no se. ¿Seguro?- balbució la chica. Mirándonos alternativamente a mi y a su amiga que asentía aprobadora.
-Nada, lo dicho, excelente, el toque perfecto. Estas fantástica, ya verás lo vas a dejar pasmado.- remachó la dependienta plenamente convencida.
-Ya. Pero, en fin, no se igual es demasiado. Tampoco quiero quedar como una loba.- comentó dubitativa. Provocando la airada e inmediata reacción de su amiga.
- ¡Una loba¡ Por Dios, que ocurrencia, llevas dos semanas preparándolo todo hasta el más mínimo detalle. Querías que fuera una sorpresa muy especial, no me dirás que te va a dar ahora un arrebato de recato y decoro.­- argumentó en tono convincente.  Mirándome decidida como buscado mi respaldo.
-Desde luego si lo que buscabas era sorprenderle. Te aseguro que esto será algo inolvidable.- reconocí con gesto aprobador. -Y seguro que tú tampoco olvidaras la cara que se le va a quedar cuando te vea. Después de esto que le den la Playstation.- concluí en un tono socarrón que las hizo reír de buena gana.   
-¿Ves? Ahí lo tienes.- remarcó la dependienta asintiendo con vehemencia. Mientras la expresión de circunstancias de la chica se tornaba mucho más decidida.
-Pues nada, vamos a ya.- aceptó llevada por un renovado ímpetu. ­-Gracias eres un sol.- añadió dando un abrazo a su amiga.
-Que si pesada, anda, lárgate que aún vas a hacer tarde.- ordenó la dependienta apartándola con gesto apresurado.
-Perfecto- dijo la chica en tono complacido cerrando y ajustándose la chaqueta. -Tengo que irme, chao, nos vemos mañana. Adiós.- se despidió con una amplia sonrisa. Dejándonos finalmente a solas.
-El estrés de los veinte. Que si voy, que si vengo, que si quiero, que si no. Por Dios que locura.- comentó divertida la dependienta con un resignado suspiro.
-Gajes de la edad. Aun que por lo que veo usted le tiene tomado el punto.
-Si, bueno, no crea que a veces no consigue sorprenderme con alguno de sus arrebatos. Pero en fin, tengo una hija de cuatro años así que esto es como estar haciendo un cursillo preparatorio y la verdad es que me lo paso en grande.- reconoció divertida. Mientras se fijaba en el librito de cuentos del autor mejicano que sin darme cuenta aún sostenía en mis manos. -¿Hubo suerte?- se interesó al punto, recuperando la faceta profesional.
-Pues no, por ahora no, este solo lo estuve hojeando.- dije devolviéndoselo y tomando El Extranjero.
-Bueno me temo en el stock no aparece referencia alguna sobre el Alambique.-informó resignada.
-Tranquila ya habíamos quedado en que no iba a ser fácil. ¿Recuerda?- bromeé con una sonrisa.
-Si es cierto.-convino, frunciendo el ceño con expresión pensativa. -Pero el caso es que ese titulo me suena haberlo leído hace poco.- insistió pensativa. Clavando repentinamente la mirada en el librito que tenía en las manos.-Cuentos, relatos.- dijo. Alzando la cabeza con expresión decidida.-Claro que si, relatos.- insistió. Dirigiéndose resuelta hacia una estantería situada frente al mostrador de caja. De la que tras un rápido repaso tomo un ejemplar. -Aja, aquí estas. Te pillé.- proclamó en tono satisfecho tendiéndomelo con gesto ceremonioso.
-Los misterios del desván, selección de relatos.- leí abriéndolo y buscando el índice. -El Alambique -dije  en tono satisfecho señalando el titulo con el dedo.-Rosa es usted única.- reconocí en un tono sincero que la hizo reír. Después de todo parecía que la tarde empezaba a encarrilarse. Pensé recordando a Luis.

3 comentarios:

Liova dijo...

Hola!!!! Librerías y bibliotecas todo un maravilloso mundo!!!!
Me divertí con tu entrada... y quien la sigue la consigue!!! encontró el Alambique!!! Besos.

juan andrés estrelles dijo...

En efecto Liova perseverar en busca de lo que uno quiere es de vital importancia. Veremos si realmente al final la velada esta a la altura de las circunstancia. Un abrazo.

Layna dijo...

Que giro más inesperado ha dado este relato. Me gusta como ha quedado. A mí me ocurre lo mismo, en las librerías encuentro esa paz que a veces se escapa en la vida mundana. Y veo que ya tenemos parte III !!! genial!! luego lo leo. Besos